Estas cosas normalmente te pillan desprevenida y resulta que cuando menos te lo esperas va y tu café solo se convierte en un fantástico capuccino italiano que da gusto mirar.
El caso es que es eso lo que me ha ocurrido este fin de semana.De pronto apareció,sin esperarlo, una personita que ha hecho que mis cafés pasen de ser pequeños,oscuros y concentrados a darles ese toque maravilloso de la espuma de leche y canela que hace que te despiertes cada mañana con una sonrisa que ni eres capaz ni deseas que se borre de tu cara (siempre he pensado que si tienes arrugas que sean de tanto sonreir y no de llorar).
Por supuesto no iba ha ser todo perfecto y mi procurador de alegrias no está tán cerca de mi como quisiera y puede que no duren eternamente estos capuccinos pero....ahora mismo he decidido que los aprovechare al máximo hasta que duren y si algún dia tengo que volver al café solo,por lo menos me quedará el recuerdo de la espuma de leche y la canela.
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